Era un miércoles de octubre. Cuatro de la tarde en España; 10 de la mañana en Colombia. Ela Minus vive en el barrio de Brooklyn, en Nueva York, pero, como tanta otra gente durante la pandemia, ha decidido quedarse un tiempo con su familia en su Bogotá natal. Desde allí, trabaja actualmente a diario en el lanzamiento progresivo de una serie de remixes que artistas afines y amigxs han hecho de los temas de acts of rebellion (Domino Records, 2020).
“Me gusta que las cosas sean orgánicas. No quería llegar con un primer disco que contara con remixes de alguien gigante. Busco construir una carrera sólida, que tenga sentido desde el primer día”, nos cuenta con la humildad e inocencia propia de alguien aún poco consciente del talento y la proyección que atesora. Uno de los objetivos de esos remixes y edits es adaptar los temas más bailables del disco a la pista de club.
Y es que acts of rebellion es un LP de 10 temas, pero que apenas dura 34 minutos. Las pistas más cortas son de corte contemplativo, sin beat. En el resto, sonidos electrónicos navegan entre estructuras techno, ritmos downtempo y clashes del electro más nostálgico. La propia Ela Minus nos reconoce que su obsesión por los sintetizadores nació al descubrir los sonidos de los 80 y los 90. Como ella misma afirma, “eso se siente luego en la música”.
Ela Minus pasó de tocar la batería en una banda de rock a deconstruir aparatos y hardware para diseñar y dirigir su propia orquesta. El primer episodio no hace más que vaticinar una trayectoria merecedora de todas nuestras atenciones. Detrás de todo ese talento, está Ela Minus, una simpática y campechana chica de Bogotá que, taza de café en mano, se sienta ante su ordenador, abre Zoom y nos dedica 30 minutos de su día.
acts of rebellion. ¿A qué haces referencia?
A nivel práctico, el principal acto de rebelión fue no utilizar computadoras para producir. Me quiero rebelar contra la escena electrónica estándar, en la que la mayoría de los productores utiliza software y ordenador. A nivel inspiracional, un acto sobre el que busco inspirar en el disco puede percibirse en “megapunk”. Se trata de un acto de rebelión contra cualquier fuerza que esté oprimiendo al sujeto que esté cantando o escuchando la canción.
¿Qué quieres decirnos con estos 10 temas?
Más que decir algo, invito a cuestionarse a uno/a mismo/a y llegar a conclusiones nuevas que predefinan la vida del oyente a partir de este momento. Que piensen sobre lo que de verdad les hace felices y sobre lo que quieren hacer en sus vidas. Busco hacer más feliz al oyente. Si logramos gente más feliz, lograremos mejores individuos para conformar la sociedad. Es el camino hacia el cambio a mejor a nivel social.
Colombiana, nacida y crecida en Bogotá, pero formada en Boston, primero, y en Nueva York, después, donde resides actualmente. ¿Cuánto hay de cada cultura en tu música?
Yo creo que todo lo que una es y todas las experiencias que una acumula se ven siempre reflejadas en lo que una hace. Todo lo que yo soy y he vivido está en mi música. Mi mayor propósito cuando escribo música es ser totalmente honesta. No sabría decirte qué elementos de mi música se identifican con cada cultura o experiencia. Lo veo más como una representación global.
Alguna vez comentaste que, en tu etapa anterior como batería en bandas de rock, te pesaba mucho más el hecho de ser colombiana que no ahora, haciendo electrónica.
Sí, eso es muy cierto. Cuando era batería, todo el mundo se extrañaba de que no tocara música latina e incluso trataban de contratarme para tocar salsa o latin en eventos. Todo, simplemente, por el simple hecho de ser colombiana. Ahora ya nadie me pregunta por qué no hago cumbia electrónica, por ejemplo.
Es una gran ventaja de la electrónica. Por mucho que tenga cunas como Chicago o Detroit y centros neurálgicos como Berlín, es un concepto musical 100% global. Una puede hacer música electrónica ya sea de Kenia, Australia o Noruega.
Así es. Y eso conlleva retos aún mayores. ¿Cómo hacerla sonar única cuando sus técnicas de creación están tan extendidas? ¿Cómo diferenciarse en algo que puede estar haciendo ahora mismo cualquier persona en cualquier rincón del mundo? Es un reto enorme, a la par que precioso.
¿Cómo empezó Ela Minus a interesarse por la electrónica y a relacionarse con la música de club?
Mi relación con este estilo musical nace de mi amor ya anterior por los sintetizadores. Yo sólo había escuchado rock y punk cuando salieron discos como In Rainbows de Radiohead. Me voló un poco la cabeza y fue entonces cuando empecé a investigar y a escuchar bandas que utilizaban sintetizadores. Cuando llegué a Berklee, la escuela en la que estudié jazz, me di cuenta de que quería dar con mi propia escena, mi propia forma de existir fuera de aquella escuela, ya que allí nadie escuchaba electrónica, ni iba a clubs. Me mudé a Boston, empecé a ir a clubs yo sola, ya que a mis amigos de allí tampoco les gustaba, y empecé a establecer una relación súper personal con la cultura de club y el acto de ir sola a bailar. Me enamoré del anonimato que me daba el hecho de ir sola y no conocer a nadie.
Un anonimato que da total libertad.
Y eso no tiene precio.
Es un álbum completamente producido y grabado por ti e incluye también tus cantos, tu voz. Generalmente, en inglés, aunque en “el cielo no es de nadie”, “dominique” y “tony” utilizas el español. ¿Utilizas un idioma u otro por algún motivo?
La verdad es que me sale sin querer. Es aleatorio; mis temas nacen de la improvisación.
En Europa, cuesta escuchar música electrónica underground en español en los clubs. ¿Sucede igual en Sudamérica?
Es igual de complicado en todo el mundo, diría. La mayoría de gente que hace electrónica a este lado del charco no canta, así que cuesta encontrar voces en español en la electrónica. Y eso marca una diferencia. Por mucho que sea electrónica con ritmos más latinos, el hecho de que no esté presente nuestro idioma pesa.
Los españoles y latinoamericanos, al escuchar música en español, somos, además, mucho más conscientes del mensaje que contiene la música que escuchamos.
Así es. Eso es muy interesante. Absolutamente todos tendemos a escuchar música en inglés mucho más que en cualquier otro idioma. Tengo la impresión de que el oído tiende hacia la fonética inglesa cuando se trata de música. Hemos de luchar por cambiar eso o, al menos, balancearlo un poco más.
Y no sólo sucede con el español. Realmente, echamos en falta más electrónica también en francés o en alemán, por no hablar de idiomas mucho más pequeños.
Muy de acuerdo. Mucha gente me pregunta por qué canto en inglés si soy latinoamericana. Yo siempre les respondo que canto en ambos idiomas. Pero esto me lleva a pensar que la mayoría de los productores del mundo nativos de países no angloparlantes también tienden hacia la música en inglés. Aunque, por alguna razón, a los latinos se nos cuestiona más por ello.
acts of rebellion propone un sonido techno muy sensual, de no muy altos bpm, nítido y bastante elegante, alejado de lo más rudo. Precisamente, “el cielo no es de nadie” me recuerda un poco al sonido de Paul Kalkbrenner.
¡Me gusta la música de Paul Kalkbrenner! Nunca nadie me había dicho que mi sonido recordara al suyo, pero la verdad es que, mientras lo decías, lo visualicé en mi cabeza y sí, tiene todo el sentido.
¿Te inspiras en artistas y nombres concretos o eres más bien un alma libre a la hora de crear?
Me encuentro en un punto medio. Tengo que decir que escucho mucha música. Yo soy, primero, fan de la música y, luego, artista. Eso lo tengo claro. Voy mucho a fiestas y conciertos y me encanta descubrir artistas. Así que todo lo que escucho, claro está, tiene influencia en lo que yo hago después. Sobre todo, cuando escucho ese sonido techno más antiguo, influenciado por el synth-wave y las corrientes de los 80 y los 90 en Bélgica y Países Bajos, muy lo-fi. Pero, a su vez, como decía al principio, creo que todo lo que soy, lo que como, las conversaciones que mantengo en mi día a día… salen luego también en la música.
Aún no me has dicho ningún nombre… 😊
(risas) Te puedo dar muchísimos. De ese sonido que te comentaba, me acuerdo ahora de Palmbonen, Antenna, Fatima Yamaha… También me gusta mucho la escena techno rusa, con todo lo que tiene Trip Recordings con talentos nuevos como Vladimir Dubyshkin -me encantan sus portadas, lisas a un solo color, estilo neón. Os recomiendo mucho escucharle. Bueno, podría seguir y estar diciendo nombres todo el día. (risas)
¿Te gustaría acabar trabajando con ellos?
Claro. Y nada me hace más feliz que pensar en que algunos de ellos me hagan remixes. Ya conseguí a tres: DJ Python, Fort Romeau y Buttechno. Y están más por llegar.
Contar con remixers de la talla de Fort Romeau y Python en tus primeros pasos como productora no está nada mal. ¿Cómo sucedió?
El approach fue súper natural. Lo que más he hecho hasta ahora es tocar live, sobre todo en Nueva York, que es donde vivo. Así he conocido a mucha gente por amigos en común y he establecido relaciones de amistad. Soy muy fan de Python y Fort Romeau. Conocí a ambos y, en cuanto les ofrecí los remixes, aceptaron. Con las remezclas, busco siempre dos aspectos. El primero es tener una relación personal con el/la remixer. Me gusta que las cosas sean orgánicas. No quería llegar con un primer disco que contara con remixes de alguien gigante. Busco construir una carrera artística sólida y orgánica, que tenga sentido desde el primer día. Y lo segundo es que quiero obtener versiones de mis canciones que pueda mezclar en los DJ sets. Lo veo algo natural.
Precisamente, te iba a comentar que los temas de acts of rebellion son generalmente cortos para ser electrónica de club. De hecho, Pitchfork lo cataloga como techno-pop. Además, hay algunos como “N19 5NF”, “pocket piano”, “let them have the internet” o “do whatever you want, all the time.” que son piezas puramente ambient. Incluso “Close”, aunque esa ya tiene más beat. Parece un LP pensado más para la escucha que para ser mezclado en sesiones. ¿Los remixes serían los puentes que unen esos dos entornos?
Sí, exacto. Aunque debo decir también que, al tocar en live, como tengo todas las máquinas conmigo, soy muy flexible y modifico la estructura para alargar los temas. Pienso mis live sets como DJ sets. Transiciono entre temas y busco que el resultado sea parecido al de un DJ set.
Entiendo. Yo lo decía más pensando en un artista externo. Pongamos por caso, un DJ que está buscando música nueva para seleccionar y encuentra acts of rebellion. Si quiere pinchar esos temas, necesitará los remixes.
Tal cual. Ahí entra en acción el pack de remixes que está saliendo ahora, que incluirá también extended mixes de los temas originales. Eso sí está más pensado para dar servicio a los DJs en clubs.
¡Eso suena bien! Producción, live performance, canto, grabación… Y, además, fabricando tú misma algunos de tus sintetizadores. En Remezcla, hablabas de tu set-up como una “pequeña orquesta de sintetizadores en la que cada pieza es un músico y tú la directora”. Cuéntanos cómo trabajas y cómo has llegado a eso.
La analogía con la orquesta viene muy ligada a mi papel anterior como batería. Llevaba toda mi vida tocando la batería y al final llegué a experimentar con ella, visualizándola como un instrumento modular. Pensaba que podría cuestionarla, modificarla como quisiera y armar algo nuevo, con otros elementos. Mi acercamiento al hardware fue algo similar. Pensé que son módulos y que puedo modificarlos como quiera. Así lo pensé y así lo hice.
Hablabas de una “representación visual de tu música con tu set-up”. Nos acercamos bastante al concepto de artista completa…
(risas) No sé si yo puedo o debo decirlo, pero es innegable que me emociona que lo veas así. 😊
¿Sueña Ela Minus en algo concreto cuando mira al futuro?
Wow… La verdad es que nunca pienso en eso. Soy la típica amiga con la que es una pesadilla hacer planes. No se me da bien, aunque estoy tratando de mejorar ese aspecto… (risas) si bien es cierto que el 2020 nos ha enseñado que no se debe planear demasiado el futuro. En cualquier momento, todo puede cambiar, así que nuestra máxima preocupación debe ser estar presentes. Esto me hace volver a la primera pregunta de la entrevista: los actos de rebelión. El sistema y la sociedad nos obliga a planear nuestra vida a cinco, 10 o incluso más años vista, cuando lo único verdaderamente real y palpable es estar cada día presentes, haciendo aquello que amamos hacer. Volviendo a la pregunta que me hacías, y siéndote sincera, no, no tengo sueños. No pienso nunca en ello.
¿Se puede ir a bailar durante la pandemia?
Soy de todo o nada. Lidiando con algo tan importante como la salud y algo tan disyuntivo como un virus, me parece una estupidez no ser pacientes. Lo que está pasando es un desastre para todos, pero es más inteligente resistir a la tentación de hacer las cosas a medias. Todos sabemos que, a las dos horas de fiesta, a todo el mundo se le va a olvidar la pandemia. En realidad, en mi opinión, lo de bailar con seguridad en estos tiempos es una farsa. Parece que cada vez está más cerca el final, así que pido paciencia y limitarnos a bailar en casa con los amigos de confianza.
Hay gente que defiende que la electrónica siempre ha nacido en eventos ilegales: after-hours, raves…
Soy la primera que defenderé ese tipo de rebeliones. Mi música va de eso. Pero, ¿revelarse contra la salud de las personas, contra algo que nos afecta a todos? Ahí la rebelión es una excusa. En realidad, es un acto puramente egocéntrico y egoísta.
Coincido. El gran peligro es que las consecuencias de ir a una fiesta ilegal pueden no perjudicar al que lo hace, sino a terceras personas.
Exacto. Es muy loco ver cómo cambia la forma en que nos comportamos según si las cosas nos afectan a nosotros o al resto. Creo que por eso se ha extendido tanto la pandemia: no vemos el peligro como algo real y tangible para nosotros mismos y, por lo tanto, decidimos asumir el riesgo sin siquiera conocer luego las consecuencias de nuestros actos. Es muy loco… y muy triste ver cómo funcionamos. Pero hay que luchar para cambiarlo. ¡Seamos positivos!
(Imagen de Portada: © Teddy Fitzhugh)
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