Era uno de esos días en los que Razzmatazz se llenaba mucho antes de la medianoche. Era un día grande. En formato directo, así que, de algún modo, en formato concierto, el ecuatoriano Nicola Cruz presentaba los sonidos de su segundo álbum de estudio. Prender el Alma fue el primero y se publicó en 2015. De por medio, lanzamientos sencillos, varios EPs e incontables remixes. Hasta que a finales de 2019 ha llegado Siku.
El segundo larga duración de Nicola Cruz consta de 11 pistas. Con cada una de ellas, el productor nacido en Francia se acerca a distintas culturas del planeta, adoptando sonidos étnicos y ancestrales e incluyéndolos en su ya de por sí extensa biblioteca de samples e instrumentos.
La Sala 1 de Razzmatazz empezaba a menearse a eso de las 22h. Sano abrió la noche con una sesión en la que los ritmos tropicales, principalmente percusivos, se apoderaron de la pista. Desconocemos si estaba pactado, pero, cuando Nicola Cruz saltó al escenario principal -rodeado por vegetación y un poco más tarde de lo previsto debido a que aún había mucha gente en la cola- siguió la misma tónica.
Es normal, pues Siku es un álbum en el que la percusión juega un papel protagonista. “Hacia delante”, “Obsidiana”, “Señor de las piedras” y “Esu Enia” son los mejores ejemplos. Nicola Cruz no se limitó a mostrarnos únicamente el nuevo trabajo, sino que echó la mirada al pasado regalándonos emotivos momentos, como aquel en el que empezamos a reconocer los graves de su versión del “Battaki” de Umeko Ando.
La pista estaba a rebosar. Razzmatazz colgó el cartel de SOLD-OUT y viajó junto a Nicola Cruz a través de músicas étnicas convertidas en temas de club. Como si de dos seres únicos se tratara, música y público retroalimentaban sus energías. Nicola Cruz fue imprimiendo potencia e intensidad a los espectros más graves de su música -aunque sin dejar nunca de lado los bajos bpm y la elegancia que siempre le ha caracterizado-, mientras el público gritaba, aplaudía y ovacionaba a cada drop.
Hora y media después, Nicola Cruz se llevaba un sonado -y largo- reconocimiento de parte de toda Barcelona. Una ovación que dejaba bien claro que Razzmatazz tenía ganas de más. Nicola Cruz volvió a ponerse a los mandos, esta vez en formato DJ, después de que Sano le diera un respiro de dos horas. La pista siguió bailando al ritmo de uno de los artistas más influyentes del downtempo moderno, antes de que el productor catalán beGun pusiera el broche de oro a una noche para enmarcar en los despachos del club. La relación entre Nicola Cruz y Barcelona sigue estando tan viva como siempre. Nunca estaremos suficientemente agradecidos.
(Imagen de Portada: © Razzmatazz Clubs)
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