Si pudiéramos resumir el ambiente louge en un único lugar, obviamente mencionaríamos el Buddha Bar. Las míticas "compilaciones" de Claude Challe, la luz ultra-tranquila, el Buda gigante, el bar con forma de dragón, el predominio púrpura, las celebridades... En resumen, este lugar es el símbolo de una noche parisina que ha evolucionado mucho desde su creación en 1996. Su gloria y su bombo son innegablemente pasados, pero todavía nos gusta ir allí para un brunch de domingo por la mañana de vez en cuando o tomar una copa cuando estamos de paso en el lado de la calle Saint-Honoré. Más por la fantasía de una época de la que sabemos poco que por la calidad de la comida o los cócteles.