"Somos lo que comemos y seremos lo que hayamos comido", dijo Feuerbach en su día. Así que ya sabéis: vigilad bien lo que coméis, porque no afectará sólo a vuestro presente, sino también a vuestro futuro. Al menos, así lo creen en El Cercle. Por eso, cuidan tan al detalle su comida. Porque cuidan a sus clientes. En El Cercle encontrarás cuatro espacios bien diferenciados. El primero es La Biblioteca, un antiguo lugar de reunión ideal para dejarse enamorar por los sabores de su cocina catalana renovada perdido/a entre estanterías y buenas vistas de Barcelona. Les Quatre Estacions es una sala imponente con cuatro esculturas -una en cada esquina- que observan a los comensales. En esta sala, te verás rodeado/a por arte y cultura mires hacia donde mires. Si preguntas al personal, estarán encantados de contarte las historias que se esconden entre esas cuatro paredes. Más de cinco siglos de aventuras que fueron allí narradas y rememoradas. En La Barra, podrás sentarte y disfrutar (desde muy cerca) el espectáculo de la cocina en vivo a cargo de Taka, el chef y jefe absoluto de esta famosa barra japonesa. Por último, en El Jardí, hallarás la ecuación más buscada: aire libre, vistas a la milla de oro, coctelería y tranquilidad y paz en medio del caos barcelonés. ¿Qué se come en El Cercle? Bueno, un poco de todo. El Cercle es uno de esos restaurantes fusión en los que la tradición catalana baila con influencias, en este caso japonesas, a la perfección. Imagina combinar Hinojo (ensalada, burrata, aceituna Kalamata, tomate y vinagre de limón) con un costillar de cerdo de bellota (con escaluña, patata ratte y ajos) y sashimi (atún, ventresca de atún, salmón, hamachi y pescado blanco). Es inmejorable... salvo que lo completes con la espectacular milhojas de vainilla de Tahití (hojaldre caramelizado con crema y helado de vainilla). Una auténtica pasada.